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martes, 20 de junio de 2017

Enredémonos entre personas y no entre rumores

Más de 25.000 personas llegadas desde Álava tomaron recientemente las calles aledañas al estadio de fútbol Vicente Calderón de Madrid dispuestas a pasar un día inolvidable y ver cómo el Glorioso levantaba el título de Copa al gigante Barcelona. No pudo ser, pero el día vivido en Madrid será recordado, sobre todo por quienes allí estuvieron, como una ocasión en la que plantamos un trocito de nuestra provincia en una base llamada Araba Hiria a más de 300 kilómetros de casa, desde la que animamos, cantamos, reímos, comimos, bebimos, nos relacionamos… mostrando nuestra forma de ser. Todo ello desde el respeto y en armonía con la afición catalana y la población madrileña.



También recuerdo cómo en Dortmund miles de personas asistieron a una bajada de Celedón. O cómo la afición del Baskonia ha disfrutado y hecho disfrutar con paseíllos de blusas y neskas en A Coruña
o con los gigantes y cabezudos en varias capitales europeas. Todo ello dando a conocer, además de nuestro carácter festivo, nuestros vinos o gastronomía.

En estas ocasiones, y como dice la canción, ¡el resultado nos dio igual!, y lo que de verdad nos llenó en varios sentidos fue ver pedacitos de Álava en lugares muy variopintos, y ver cómo esas gentes variopintas acogían con un gran agrado estos pedacitos de Álava. Pero, además, aunque no sean más que citas puntuales simpáticas y algo folclóricas, lo que de fondo habitaba también era ese derecho que nos asiste a todas las personas a expresar nuestras identidades, personales y colectivas.

Mostrarnos y enseñar lo que es ser alaveses y alavesas al mundo nos gusta, porque creemos que merece la pena que nos conozcan y nos permite sentir el calor de estar en casa, pese a que estemos a cientos o miles de kilómetros. ¿Quién no tiene personas queridas fuera a las que se les ilumina la cara cuando reciben un paquete con algún manjar añorado de su tierra? Al viajar a otros lugares, ¿a quién no le gusta hablar de nuestros pueblos, explicar cómo son nuestros paisajes, hablar sobre el euskera o enseñar unas palabras de castellano? Incluso quienes más morriña tienen se encienden un puro a las seis de la tarde en los 4 de agosto mientras siguen el txupinazo en la radio a través de Internet.

Mostrarnos y actuar como somos no es una forma de encerrarnos en un cuarto, sino una manera de abrirnos al mundo enseñando lo que podemos aportar a las personas con las que convivimos. Cualquier lugar está habitado por personas muy diversas en los tiempos que corren, lo cual es una oportunidad increíble de viajar sin tener que movernos. Es genial poder ver que en Vitoria-Gasteiz hay muchos grupos de personas de orígenes diversos, dispuestas a mostrarnos lo mismo que a cualquier gasteiztarra le gusta enseñar cuando se desenvuelve en otros entornos. Solo falta que entre la llamada población autóctona y la llegada de otros lugares nos acerquemos y se generen los canales para conocernos, relacionarnos e intercambiar toda la riqueza que albergamos.



Se trata de una tarea compartida. Por ejemplo, aprender un par de frases de árabe ha sido una gran experiencia personal, puesto que da pie a sonrisas y conversaciones con personas de la comunidad árabe: conocer sus orígenes, historias personales, cultura… Y es que convivimos, pero nos interrelacionamos poco. Y de la falta de relación surgen multitud de rumores.

Qué decir entonces acerca de las personas refugiadas, cuyo día internacional se conmemora este 20 de junio. Para ellas construir puentes para relacionarnos no sirve si antes no derribamos los muros que impiden que puedan acceder a lugares donde poder no solo mostrar sus identidades, sino también ver respetados los derechos que les corresponden por el mero hecho de nacer humanos. El Gobierno español se comprometió en 2015 a acoger a un total de 17.387 refugiados, pero a principios de mayo solo habían sido acogidas 1.304 personas. Ante esta situación, solo queda continuar exigiendo a las instituciones que garanticen los derechos humanos de todas las personas y, como mínimo, cumpla con los compromisos adquiridos.

Ucrania, Venezuela y Colombia son los principales orígenes de las personas que necesitan asilo y llegan a nuestra ciudad. Lleguen desde donde lleguen, esperemos que en las próximas fechas Vitoria-Gasteiz ponga su granito de arena para acoger y garantizar derechos y hagamos un esfuerzo mutuo de acercamiento para enredarnos entre personas, y no con rumores.

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